miércoles, 2 de mayo de 2018

Seguir viva

Tengo que aprender a vivir sin ti
y me cuesta pensarlo,
imagínate hacerlo.
Recoger y pegar,
poco a poco,
los pedazos,
que me quedan de alma.
Vaciar los cientos de litros de lágrimas
que me inundan,
y construir  en su lugar,
los cimientos,
de mi nueva casa.
Las ventanas
grandes,
al sur,
para que entre el sol por las mañanas,
que no deje
ni un resquicio
sin luz,
que de sombras,
ya está bien servido
el otro lado de mi cama,;
el tuyo,
el que ya no ocupas,
el que dejaste repleto de caricias,
por si alguna vez,
me despierto en la noche
y noto que  faltas.


Levanta,
no tardes más,
recoge el futuro que te queda,
mételo en una mochila
y anda.
Siempre
y lo digo otra vez,
siempre
estaré contigo,
 si te giras y no me ves,
es porque voy cosido
a tu espalda.
Pero ahora,
devuélvete la risa,
cose tus heridas abiertas
y busca la manera
de empujarte hacia arriba
cuando caigas;
procura no sentirte sola aunque lo estés.
Si la tristeza te habla,
no la escuches
y si la pena te ronda,
no le abras.
No podría irme tranquilo
si me llevo tu vida con la mía.
El tiempo manda,
y el tuyo está ahí,
 al otro lado de esa puerta,
esperando a que lo llenes
con todas las ganas de vivir
que le hagan falta.