sábado, 7 de julio de 2018

Las patas que habitan nuestra casa

Me gusta cuando el frío de la noche
hace que nos busquemos
para abrazarnos,
parecemos el yin y el yan,
yo pongo el punto negro en ti
y tu en mi,
el punto blanco.
A las espaldas de alguna de las dos,
se arrima un gato.
Las patas que habitan nuestra casa,
nos ganan por goleada,
para despertar no nos hace falta reloj
ni gallo,
fuera, ya suenan los ladridos del hambre,
dentro, los sonidos del minino parecen humanos:
mamau, mamau...
quitando la u,
esos es mama en cristiano.
Yo suelto de vez en cuando un
 guau!
y ellos afinan sus voces a humano.

A veces los pierde el instinto
y enganchan el abalorio
que cuelga de un clavo,
o inventan pelotas y juegos nuevos,
con una bola de papel
o la punta del rabo.
De pronto,
una carrera imprevista,
huyendo de algún enemigo invisible,
o en busca de un ratón inventado.
Tu los miras
y te mudas a su piel,
para buscar a la par que ellos,
los indispensables placeres diarios.
Como en un telar,
mezclas sus hilos con los tuyos,
para dar forma y color
a un cuadro viviente,
la gente
que no conoce ese don,
no sabe lo que se pierde!